domingo, 29 de mayo de 2011

Existe más de una forma de pelar un gato


Ignoro cuantas creencias existen. Mi curiosidad por viajar a lugares exóticos, especialmente viajes imaginarios, revela multitud de religiones. Dioses de una o múltiples cabezas y brazos, divinidades reencarnadas, extraterrestres que nos convierten en iluminados y hasta gurús “new age”. Ah! no olvidando al Todopoderoso.

Lo cierto es que sin excepción, todas resaltan la importancia de “tu voz interior”. Muchos dicen hay que confiar en el “gut feeling”. La misma cosa, en idioma diferente.


En momentos en que flaqueo, experimento ausencia de fe o me sube la bilirrubina por los pies, el ruido es tan ensordecedor que mata la vocecita.

Llegué a estos pensamientos porque el otro día trabajo me dio entender el rechazo de un amigo.

Yo, como todos, trato de ser mejor persona. De limpiar Karma, argumentarían algunos. Unos días lo logro, en muchos no. A veces me siento zen y de pronto, me transforma la genética corsa y se fastidió la cosa. Nadie es perfecto, ni siquiera las ángeles de Victoria Secret…¡esas condenás!

Asumo por esto existen tantas creencias. Cada cual busca ayuda para ser mejor donde puede, donde se siente cómodo; aunque la mayoría del tiempo entendamos que somos “redondos” tratando de caber en un mundo “cuadrado”.

Pero lo que es tan grande como templo de cierto es que la voz interior si la escucho, pocas veces se equivoca. 


Al repasar los momentos más críticos que he vivido hasta los mejores, la voz ha dicho presente. Los agobios, el ego y la frustración hacen tanto ruido que no me dejan pensar…no me dejan escucharla…entonces me equivoco garrafalmente.

Gracias a Dios a las segundas oportunidades y también al perdón.  Incluso a veces al olvido, el mejor de los aliados. 

No importa en que lado del espectro esté, si en el de dar o el de recibir, siempre surge una situación nueva para aplicar lo aprendido. ¿Será porque la vida es una rueda?

Lo que sí dice mi voz interior es que me calle y escuche porque definitivamente cierto es “calladitos nos vemos más bonitos”.  Se llama interpretar el silencio.

domingo, 22 de mayo de 2011

El regreso de mis carcajadas.


Siempre me consideré divertida, resultado de una obsesión de natura. Asumo, tiene que ver con mi genética ya que un lado de mi familia es más divertido que el otro. Callaré cual.

Pero por un tiempo, a consecuencia de golpes, desilusiones, las “cal y arena” de la vida, tal vez estrés, sentí ese afán de diversión apagarse a pasos agigantados. Experimentaba a nivel racional y emocional el proceso, imposibilitada de evitarlo. Algo así como cuando tienes par de palos encima, te das cuenta estás hablando barbaridades y no lo puedes evitar.

Nada, enlutada. Convertida en una workholic. La búsqueda del éxito se había adueñado de toda mi energía chupándola a diario como la más mala de las brujas. En las contadas ocasiones que salía me atacaba constatar me aburría, el arte de hacer “small talk” para siempre ausente de mi DNA, y compartir mi champancito o whiskaine en barra transformado en intolerancia a esperar me sirvieran ese mismo trago.

Cansada de esforzarme por recuperar mi “joie de vivre”, sucumbí a ser aburridísima. Fatal. Me había convertido exactamente en lo mismísimo que había luchado por no ser. Veía continuamente a todos esos familiares aburridos y mustios, retratados durante mi infancia, adueñados de mi personalidad. Y yo, ¡horror!, inerte.

De casualidad, como quien no quiere la cosa, por accidente como suele suceder, me invitaron a un brunch dominguero. A un café, revoltillo y prensa dominical jamás puedes decir no.

Así poco a poco, cual virus, los encuentros se volvieron juntes de gran expectativa. Llamadas, textos, bbms, inboxes, etc. iban dando color a las citas dominicales. El grupo, cual centrífuga, iba transformándose, creando identidad, bonding.

Redactaba notas mentales para compartir, el guardar clippings de revistas entendía eran de interés colectivo - imprescindible, compraba detallitos de poco valor comercial pero ricos en mensaje idóneo para intercambio de “token gifts”. El menor de los acontecimientos un “trigger” para comunicaciones a cualquier hora del día o la noche.

Ese grupete, para nada homogéneo, lo unía solamente la energía de esos que aman y disfrutan la vida, los que de nada hacen una fiesta, aquellos que a pesar del “gloom and doom” transforman cada encuentro en "mañana" de Navidad.

De pronto, sin ton ni son, como quien no quiere la cosa recuperé mis carcajadas. Volví a ser divertida, a querer ir a la barra a coctelitos con amigos, recuperando el deseo de pasarla bien. Había encontrado el gran balance entre la pasión por mi profesión y el amor a vivir la vida intensamente.

A ese grupo de amigos tan dispar, dislocado, desenfrenado, y especialmente, irreverante, le debo el regreso de las carcajadas a mi vida…No podrás negarme que te ha pasado exactamente igual. Eso, vamos, ¡a por los amigos!

Has pensado ¿que seríamos sin ellos?...

domingo, 15 de mayo de 2011

No seré una rosa, pero si amapola.


¡Ño que vieja estoy! Esta aseveración me llevó retomar visitar al dermatólogo. Mejor hubiera sido una Xanax en lugar del café previo a la cita.

Temblando ante la evaluación, descubrí que en palabras del doctor “no tengo arrugas, pero luego hablamos de los inyectables”.  Helloooooo…házme el croquis…

Empezamos por el principio que no era por donde yo quería. Mi intención era la varita mágica donde salía rellenada tal cual pavo celebratorio, sin marcas, sin consecuencias, en fin… ¡cual rosita inglesa!

Pues mira que no…amapola boricua….tres cuartos de tratamientos, tres tipos de lasers (me asusta descubrir hay más), una maquinaria imponente y la promesa de tengo que regresar a por más. He dado solo el paso inicial en la reconquista de la juventud….mejor dicho - lozanía.

El olor a carne al barbecue me recordó la que había estado en el grill era yo y a mi listado de manchas, verruguitas, quistes, y pérdida de colágeno ahora tenía que añadir “rosácea”.

Pero ¿será posible tener tantos defectos en mi piel?  Nunca abusé del sol y no piso la arena, aunque vivo en Ocean. ¿Serán mis noches con Johnnie Walker? ¿Mi amistad con Viuda? Nena, no, ¡el calendario!

Negarlo…¿por qué? Los años no pasan en balde. Los amores y desamores, los cuernos y los levantes, las malas noches y desveladas, las pasiones y los “walk of shame” han dejado bien marcada sus interveniones en mi historia.

Tuve que hacer una “restita” para indicar mi edad en los documentos porque honestamente he perdido la cuenta. ¡Temblé cuando vi la cifra! ¡Qué mal! Antes me la sabía, a lo mejor ha sido buena estrategia el no recordarla con facilidad. Duele.

Al final, salí maltrecha, con la cara en “cantos” cual enfrentamiento con Pacquiao pero aliviada, acompañada, porque en un cuarto de tratamiento una reconocida reina de belleza y en recepción, un amigo mío…

En calendario, la próxima cita…porque esto de envejecer con gracia ¡lo acabo de echar al zafacón! 

No podré ser nunca una rosa inglesa, pero ¿quien se atreve contra una amapola?

domingo, 8 de mayo de 2011

Un rol inesperado.


Recuerdo querer ser nada. Mientras todas soñaban con ser maestras, doctoras, esposas, madres, abogadas y todo el resto del espectro, yo carecía de todo deseo. El mío se centraba en querer pasarla bien.

Un buen día mi padre, harto de tanto esperar porque yo sentara cabeza, me haló por el pelo, me montó en Iberia y me trajo de vuelta a San Juan. “Ahora a casarte y hacer lo que tienes que hacer”, fue su mandato nada más aterrizar.

Sin remedio me embarqué en un viaje de cumplimiento socio-cultural típico de una niña bien de entonces…y con todos los trimmings.

Vivía en un automático feliz sin cuestionarle nada a la vida. Lo tomaba todo bien y corría mi diario como se esperaba. Todo era rosa aunque yo de mustia bastante, pero no se notaba. ¡Eso si que no!

Un buen día, y de sopetón, descubrí estaba embarazada. Se cumplía un paso más en el camino que había iniciado porque se esperaba de mi. Fue saludable, sin inconvenientes pero lleno de interrogantes. Fui primeriza con mucha facilidad, tanta que asustaba.

Dicen la vida te cambia al tener un hijo pero jamás lo creí... hasta que me pasó. Aquel niño flaco y largo cual espaguetti, cocopelao y de ojos bien grandes para siempre cambió mi vida.

Nunca pensé que tenía la capacidad de querer hasta que te duela, de perdonar, de olvidar. Descubrí lo que significaba “madre coraje”, responsabilidad, perder el sueño, darte taquicardia, sacar el cuchillo y lamentablemente, ser madre y padre a la vez.

El tener un hijo me abrió a conocer que la misma, aquella que quería hacer nada, tenía que hacer mucho. La vaga tuvo que trabajar, la cómoda aprendió a incomodarse con las injusticias, la menos ambiciosa se transformó en la más competitiva.

Ser madre me llevó a mil cosas que nunca imaginé tenía la capacidad de ser, alcanzar, lograr.

Hoy, día de las madres, doy gracias a mi hijo por transformarme como ser humano, por convertirme en mujer de bien y especialmente, por llevarme a descubrir que hay amores que nunca terminan.

¡Felicidades a todos los hijos por tener las madres que tienen! A ellas le deben todo y más.