domingo, 24 de junio de 2012

Tilde's Two Cents: No es lo mismo pero….

Tilde's Two Cents: No es lo mismo pero….: A poco menos de un mes cierra el Ritz de Paris para renovación total. No presumo de haber sido una “regular”, más quisiera yo, pero si de...

No es lo mismo pero….


A poco menos de un mes cierra el Ritz de Paris para renovación total. No presumo de haber sido una “regular”, más quisiera yo, pero si de haber sido huésped en más de una ocasión.

Gracias al espíritu de lujear de Papi, quien viajaba bajo el lema “tengo que estar mejor que en casa, de lo contrario no viajo”, en par de ocasiones viví la experiencia Ritz París. Por supuesto, inolvidable.

Y con cara a su remodelación, ya que definitivamente se había quedado atrás, hice mi adaptación boricua del tema con la remodelación del Vanderbilt.

Crecí con cuentos de glamour del hotel, sus bailes y cuan “society friendly” era. Los ricos y poderosos de esta isla, en los tiempos que reinaba la auténtica exclusividad, se sentían libres de disfrutar en sus predios. Ya más luego se adaptó al cambio convirtiéndose en destino de bodas elegantes y bailes de graduaciones o agrupaciones de gran prestigio social.

Por varias generaciones fue testigo de romances, flirteo, y de lo mejor de la moda en épocas cuando las damas de la sociedad se cambiaban de outfit al menos dos veces al día. Corrían los tiempos de almuerzos y luego bailes, donde mejor muerta que repetir traje. Eso de reciclar, era inpensable. Es más, el verbo repetir no era aplicable.  

Tenías closets tan solo para tus trajes de baile….y cada cual tenía su diseñador favorito. Recuerdo unas fieles a Fernando, otras a Mojena y las más tradicionales, Carlota. El tiempo que Manet estuvo en Condado y existió Chito Martin, sus incondicionales llevaron los diseños por las escalinatas del Vanderbilt, al que llamamos Condado Beach.

Las fiestas se dividían entre El Patio del Fauno y si más pequeñas, en el Salón de Los Espejos. Aquello era otra cosa. Los hoteles nuevos eran modernos y espaciosos, la sociedad prefería el Condado dejando los turistas se adueñaran de Isla Verde. Luego vino el declive, su abandono, seguido por cadena y candado hasta recientemente.

Los otros días regresé al Vanderbilt para el Centenario de Méndez & Co. Me mataba la curiosidad,  el saber si el Vanderbilt/Condado Beach se levantaba de las cenizas cual ave fénix.

Encontré que  aún no hay mobilario, si descubrí “el fauno” no regresó. Si es buena o mala decisión mantener el nombre del salón sin su insigne mítico personaje, lo ignoro. Pienso que tal vez “el fauno”, al igual que todos, envejeció y mejor dejarlo como lo vimos por última vez – precioso, imponente, testigo de muchos secretos.

¿Nos devolverá el renovado Vanderbilt el glamour perdido? Esperemos que si. El Ritz de Paris ¿recuperará con la remodelación el brillo de antaño? También esperamos que si. ¡Nos hace falta algo de magia! En Paris y en San Juan.

domingo, 10 de junio de 2012

Tilde's Two Cents: Fe. Definitivamente.

Tilde's Two Cents: Fe. Definitivamente.: Ignoro si eres como yo que no acabo de aprender a dejar de cuestionar los designios del Señor, frase que por cierto me sue...

Fe. Definitivamente.


Ignoro si eres como yo que no acabo de aprender a dejar de cuestionar los designios del Señor, frase que por cierto me suena de lo más cursi.

Cada vez que miro hacia atrás para analizar sucesos que mucho o poco han impactado mi vida, descubro que tengo un patrón. Siempre que enfrento un problema, una situación, esas de naturaleza desagradable o desastrosa –las buenas jamás son interrogadas – hago lo mismo.

¿Por qué? Así empiezo la autolata o reproches, para luego seguirlo con el trillado – “Por favor, no cuestiones lo que no tiene explicación”. O mejor aún, “Las cosas pasan cuando tienen que pasar”. Pero, ahí estamos, vez tras vez tratando de comprender lo incomprendible, buscando la respuesta a algo que carece de sentido. Al menos, a niveles de nuestro cerebro.

¿Cuán a menudo nos flagelamos dándole vueltas al mismo tema?  ¿Cuántas veces le buscamos las cuatro patas al gato? ¿O recreamos la escena del “crimen” una y otra vez?

Siempre la respuesta la encontramos con el paso del tiempo. Entendemos es así siempre pero no falla, la paciencia para poder esperar que los acontecimientos tengan sentido se tarda un montón. No acabamos de aprender que los muñequitos van apareciendo cuando lo tienen que hacer y así poder tener toda la película.

Es lección de vida que no queremos aprender o no podemos aprender. Los años y la experiencia nos dan la clase bien a menudo pero guiados por las pasiones, nos cegamos imposibilitándonos así de ver todo claro. Luego nos sorprendemos cuando un amigo lo puede ver bien fácilmente, o tu mismo cuando no es a ti a quien toca de cerca.

Queremos todo a la soltá, ahora mismo, o como dice mi amigo Néstor – “rapidito.com”. Si total, al final la verdad siempre prevalece. Todo se sabe.

Definitivamente, no es paciencia lo que hay que tener, es fe. Créeme, no hay otra manera porque de lo contrario, se nos vuela la tapa del seso.

sábado, 2 de junio de 2012

El precio de la decencia.


¿Quién, como y cuando pone precio a la decencia? ¿Qué es? Cómo la definimos? ¿Cuál es su significado?

Como todo en la vida…depende con el cristal con que se mire o con la vara que usemos para medirla…

En el libro de mi vida – que dicho sea de paso no presume de ser bíblico – es básico. La decencia estriba en que tus acciones ofendan o hieran a los menos posibles. Porque siempre y sin fallar hiere a los más cercanos y castiga a otros via daños colaterales.

Escribía el otro día – tan reciente como esta semana – un carta (electrónica por supuesto ya que somos modernos) a una persona muy querida. Reiteraba mi amor incondicional mientras aprovechaba para tratar de explicar mis posturas.

Como siempre sucede, estábamos tan distantes de un punto de encuentro como los politicos de nuestro país. Entre su juventud y mi madurez reinaba un abismo de diferencia, sin posibilidades de punto de encuentro exceptuando el amor profesado de parte y parte.

Luego de conversar, una vez léida de su parte mi carta, me quedé con lo usual – un solo y triste punto de encuentro dentro de un infinito de desacuerdos.

Mi continuo dolor de cabeza no experimentó respiro. Los sentimientos encontrados – siempre basados en vivencias propias - continúan hoy en el mismo sitio. El apelar al principio yo entiendo como decencia y el de la otra parte, nunca podrán darse un abrazo.

Hay posturas imposibles de cambiar mientras el mundo sea mundo. Las acciones que tu entiendes son equivocadas, encontradas y más aún dañinas, seguirán fundamentadas en tu DNA y el momento cronológico en que cada uno se encuentra.

Mis años y cicatrices para nada armonizan con la lozanía y frescura de un corazón y cerebro que dista de haber escrito muchos capítulos  en su vida. Todavía está en pleno ascenso  mientras la mía, enfila hacia las postrimerías.

El concepto de decencia, integridad, respeto y especialmente, sacrificio cae víctima mortal de la inocencia, ausencia de experiencia y peor, incomprensión absoluta que para ser feliz hay que dejar de pensar en singular, para hacerlo en plural.

La vida certifica una vez más que los errores de juventud no son mito. Tristemente, son realidad.