domingo, 27 de febrero de 2011

Mujer de poca fe.


The Holiday es una de mis pelis favoritas. No porque Jude Law sale en su mejor momento y alucino con él, sino porque el personaje de Cameron Díaz vive su vida a través de “los trailers” de películas que desarrolla en su negocio. Conmigo sucede algo parecido.

De acuerdo a mi hijo Martin, para mí todo necesita tener una historia. ¡Pues mira que sí!

Con la noticia del compromiso de Martin con su novia Michelle, quise iniciar mi rol de suegra en la nota indicada y no como futura “monster-in-law.” Llamé a Michelle para felicitarla y sus palabras fueron – ¡Ahora estarás conmigo para siempre!

Esta frase me impactó con tal fuerza que temblé. No porque  implica algo que no quiero o equivale a cadena perpetua o es ridícula o cursi…me impresionó la fuerza de su inocencia, candor y especialmente, fe en su amor y compromiso.

Y ¿por qué?  Fácil, el cinismo. Cuando el amor nos ha repartido un buen par de palizas nos invade la ausencia de fe, de compromiso, de esperanza. Escuchar de alguien contundemente que su amor va a durar para siempre es para dejarnos bien pero que bien muditos.

El amor lo tenemos tan gastado y maltratado que casi casi olvidamos existe. ¡Ah! No me refiero exclusivamente al amor de pareja. Incluyo el amor entre amigos, parientes, compatriotas, compañeros laborales. Haz el ejercicio y mira a tu alrededor. ¿Qué ves?

Los años y los golpes han socavado nuestra creencia en el amor al punto de cuestionar a menudo su existencia.  Nos hemos quedado engarzados en alguna que otra encarnación pero con bastante dificultad. Es esperanzador conocer a quienes viven convencidos y renovados en la inmortalidad del mismo.

Descubrí existen muchos que redactarían en un dos por tres cartas como “Inmortal Beloved” por Bethoven,  escribirían otra Divina Comedia al estilo de Dante para su Beatriz Portinari o sin pensarlo, morirían de amor al son del Romeo y Julieta  con Shakespeare.

Los cínicos como yo temblamos ante la amenaza de atestiguar un gran amor. Se nos escapa una mueca cuando nos confronta un creyente y quedamos destruídos ante los que con el pasar de los años y en la soledad de la ancianidad, siempre recuerdan al gran amor de su vida.

Shame on me, once, twice, thrice!

sábado, 19 de febrero de 2011

Los Grinchos. Una raza aparte.


Morgan, un amigo de años, se quejaba no había escrito nada sobre San Valentín. Me dijo lo había defraudado. Se había quedado esperando para ese día toques de mi humor negro.

Esto me dió que pensar. Si detesto San Valentín ¿por qué no lo manifesté a gritos? Honestamente, no lo creía necesario. Otros lo habían hecho por mí. Yo, sencillamente soy uno de los muchos “Grinchos” que existen.

grin•cho – adj. – sig. – aquel que emula al personaje del “Grinch” haciendo obvio su desagrado y desprecio a fechas la sociedad civil obliga a celebrar.

Uff…que alivio…no estaba sola.

Las expresiones en rechazo a San Valentín provenían de almas solitarias, parejas felices, agriados, decepcionados, rompecorazones, cornudos, en fin, de los que habían recibido un buen flechazo y/o los “clavados”, al más puro sentido bíblico.

Descubrí el Día de los Enamorados también le llaman el Día de Hallmark, Día de Walgreens o como bien dijo uno - Happy Motel Day. Sus ilustraciones - desde un cupido asesinado por una flecha y desangrado hasta el tradicional corazón roto en mil pedazos. De parte de creyentes - querubines aleteando felices y corazoncitos danzantes.

En fin, el rechazo de parte de los “Grinchos” es en protesta por obligarte a celebrar el amor o la amistad en una fecha específica, a gritos y con luces de neón. 


No importa si eres exitoso y dueño de una interminable lista de conquistas, de una larga hilera de corazones destrozados a diestra o siniestra, como si eres un fracasado o el dueño de la mala suerte en lo que a conquistar se refiere. En fin, el “Grincho” es un ser libre.

Siempre había pensado yo soy “Grincho” porque desde niña encontré horripilantes las tarjetitas con corazoncitos, angelitos y “I love you friend”. Ni Tifanny ni Hermes las incluyen en sus catálogos…solo American Greetings y Hallmark. ¡Mejor muerta!

Tal vez porque por años mi buzón estuvo vacío esta fecha, me revienta me den una rosa cuando entro a un restaurante el 14 de febrero con un cliente quedando retratada como chilla y encima, reciba el peor servicio. Aún más, sin remedio esperar por una bendita mesa para dos como si fuera a cogerme de manitas cuando estoy renegociando un contrarto. Yikes!!!!

En fin, el 14 de febrero es para los que gustan decorar por temporada, satisfacer sin vergüenza su adicción al chocolate, recibir flores estrasijás, o son “extraterrestres”. 

En el 2011 descubrí que como “Grincho” no estoy sola…pertenezco a una raza aparte.

Next... el Easter Bunny… pero STOP!! Un ser especial en mi vida dice soy su “Sunny Bunny”…coño… ¿Ves?… Una vez más clavada por la bendita flecha…. Se fastidió el conejo y también, esta "Grincho".




sábado, 12 de febrero de 2011

Alumna aventajada. Los años, beneficiosos.


Simpática, sencilla, abierta y sin miramientos es como describiría a esta jóven mujer con quien compartía el otro día.

Contaba ella una historia que me puso a pensar. La escena relatada - una reunión de negocios. Le había costado muchísimo trabajo mantener su foco ya que participaba en la misma una mujer que la había desconcertado por su estilo, aparencia impecable.

Observaba, sin remedio, cada detalle. Los zapatos, el color del vestido,  cartera, y muy especialmente, los accesorios. – No gritaba moda. Susurraba chic.

En fin, la chica se las tuvo que bandear para no quedarse muda y evitar hacer el ridículo ante su jefe, hombre al fin, no se daba por enterado.

Las mujeres, pensé ¿para quién nos vestimos? Unas para conquistar hombres, muchas para competir despiadadamente contra otras mujeres, alguna que otra porque se aferra con uñas y dientes al reconocimiento de  “mejor vestida” y muy pocas, el chic y allure les viene de natura.

Decidí analizar “la historia de mi closet." En un momento de mi vida, Mami decía el mío debía ser el más aburrido. Estaba en la etapa monocromática. Me había convertido al credo de crema, negro, blanco. Igual, los zapatos – crema con puntera negra, slingback o pump, con taco o flat, en piel, en satín. Convencida - Coco Chanel aprobaría.

Incluso un buen día y en medio de una reunión, uno de los jefes me pidió dejara el cambieteo de pulseras. Le había molestado el que me tomara en serio el consejo de Coco y cambiara constantemente los accesorios para lograr varios “looks”. En fin, me busqué un buen mangue por emular a un icono cuado estaba rodeada de trogloditas que pensarían “Coco” era coco con acento.

Luego añadí rojo y en accesorios – cuernos. Estos de la especie jabalí, no de los que más tarde, cual tiara, me pondrían. Diana Vreeland había aterrizado en mi vida. Si vestía de negro, añadía un jacket o sweater rojo y collar o pulsera con marfil. Me desbordaba en buen gusto, o al menos así me sentía. Para esta época, sabía mejor que ponerme a cambiar el look a mitad del día. Mi ambiente profesional no eran las oficinas de Vogue. Era el frente portuario, en fin, los muelles.

Los colores invadieron mi closet cuando descubrí Africa. Entendí la frase famosa de la Vreeland - “Navy Blue is Pink of India.” Bueno, algo parecido pero en otro continente. Integré amarillo, turquesa, violeta, rosa, etc.  Sintetizando – le perdí el miedo al color aunque me siga apasionando el negro.

Y ¿de dónde me viene esta pasión por el negro? Bien fácil, de dos frases que me impactaron de adolescente. Leyendo sobre la famosa Gloria Guinness, ella contaba que antes de conventirse en una “Guinness” los vestidos negros, aunque baratos, se veían siempre elegantes. También por Gloria desarrollé la pasión por los zapatos de punta y tacón kitten. ¡Qué impresionables somos durante nuestra adolescencia!

La segunda frase fue “Black is the absence of color.” Al ser un “word person” ésta me tenía que impactar y quedarse para siempre conmigo.

¿Qué saqué de mi análisis de closet? En un momento de mi vida, yo fuí igual que la muchacha al comienzo de esta historia. Me desconcertaban las mujeres elegantes porque, obvio, quería copiarme, aprender, imitar. Le conté, luego de hacer el ridículo, cometer unos cuantos disparates, y ponerme lo menos indicado, espero haber aprendido algo.

En ocasiones, los años te hacen alumna aventajada. La experiencia se convierte en “personal shopper.”  Porque vieja y ridícula, ¡ay que triste!



sábado, 5 de febrero de 2011

Los Real Husbands de Puerto Rico. Una nueva serie en producción.


Bromeaba en la red social al sugerir deberían hacer un reality versión masculina de la exitosa serie de Bravo TV. En lugar de Las Real Housewives, Los Real Husbands.

¿Y por qué no? De que los hay, los hay. Imagina en la isla del macho cabrío este programa. ¿Cómo sería? Pues veamos.

Las mañanas, luego de dejar los niños en el cole, ataviados en licra un pitstop obligado en la panadería del vecindario o en su Starbucks favorito. ¡Café y titulares en prensa! 

De prisa para no llegar tarde a cita con la trainer. En spinning se ha visto alterado el ratio hombre vs. mujer, impactando la selección de música. ¡A sudar con nuevos ritmos!

Luego, los chicos todavía en licra, al lunch. Livianito de ensaladita porque no se puede perder el "six pack” y correr el peligro de verse sustituído por uno más joven y con los músculos mejor definidos.

Aquí el tema a discutir en grupito es las clases privadas de golf, el viaje para la próxima pelea en Las Vegas o donde esquiar. Chic el almuerzito. 

Shower and change, luego de supervisar al jardinero y piscinero, para rencontrarse y hacer un poquito de shopping. La boutique de Ferragamo es obligatorio para arrasar con lo último en zapatos y accesorios de cuero. Gracias a Dios que Juan Carlos ha tenido la visión de traer la colección de ropa masculina para poder tener “couture”.  

Una paradita por Cartier a probarse el reloj más reciente para añadir a la colección que guardan en su California Closet. Rutinita de show para los husbands.

Gracias a esa nanny maravillosa que busca a los nenes en la escuela y los lleva a tutoría. Eso libera un buen rato para pasar por el club para una vodkita o whiskaine antes de llegar a casa. 

Ah, no pueden olvidar la parada en La Hacienda para que la cena no se atrase, mientras maldicen a la pobre Altagracia, quien amenaza con quedarse con su familia en la República.

Y encima, todavía les falta leer un cuento a los nenes y una actuación estelar en la cama porque “la fresita” tuvo un día dificil en la oficina. 

Menos mal que se acostarán pensando que mañana no pueden faltar donde Nono para el “fitting” de la etiqueta para la próxima gala. Uff, un lifestyle agotador.

¡Que viva la igualdad! y que “los reality se hagan realidad”.