domingo, 16 de octubre de 2011

Boricua…a la entrada o a la salida…


El otro día comentaba de mi almuercito nostálgico en Saks. La visita no terminó ahí. Decidí bajar al salón de belleza para un “blowercito couture” como diría un amigo.

Elevador, press down y voilá ese salón tan chic, elegante, “so East Side”. Las recepcionistas muy finolis ellas, de inmediato me asignaron peluquera y como por arte de magia, apareció la “shampoo girl”.

Bata puesta para iniciar el ritual. El champú de cine, agua a temperatura perfecta – no muy fría, no muy caliente – masajito y todo con manitas de plata. Eso sí, le notaba un acento al hablar. Pero ella no preguntaba por el mío y yo, obviamente, no hablaba con el “help”. Solo lo necesario. Copiaba a perfección el comportamiento de las brujas de la sociedad neoyorquina que me rodeaban. Por supuesto, yo no iba a poner la nota discordante.

Ya terminado el lavado de cabeza, fui escoltada por la chica hasta la estación donde me esperaba la peluquera. Esta, muy amablamente me hizo varias preguntas y acordamos lo que íbamos a hacer.

Todo marchaba de maravilla. De momento decidió preguntarme de donde era. Muy fina, también a esta le notaba un dejesito conocido al hablar, le dije – Boricua. Ella, más fascinada, respondió – Yo, dominicana.

“Esto se jodió”, pensé. Como si fuera poco, acto seguido escuché como entusiasmada a morir le gritaba a mi “shampoo girl” – ¡Mira, esta es boricua como tu!

Acto seguido veía como mi compatriota se lanzaba hacia mi silla con fotos de su último viaje a San Juan en compañía de otros empleados del salón. Y así, yo que por un momento pretendí ser dama del Upper East Side, me veía tirada al medio por una boricua armada con fotos de lechón y morcillas en Guavate, frituranga de Piñones y el "yo soy de Bayamón" seguido por lo más que temo – y tu, ¿de dónde eres?

Al son de carcajadas y espavientos, me hicieron un blower muy “Upper East Side” para luego ser despedida a la puerta del elevador por mi compatriota y la de la república hermana. 

Así, regresaba al mágico lobby de Saks, ese templo a “Waspidom”, donde luego de haber pagado una fortuna por “shampoo y blower” había quedado retratada como “boricua, pa que tu lo sepas”…

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