domingo, 2 de octubre de 2011

Por poco...


La nueva serie de tv – Pan Am – le ha dado un restart al file de los recuerdos en mi computadora.

Recuerdo cuando mi prima Lici y yo quédabamos bobas con Aileen Moneró. Su claim to fame era ser la única que conocíamos azafata de Pan Am. Era hija de Pipe y Pepita, unos amigos de mis abuelos que habían emigrado a NY y encargados de velar que en nuestros viajes a esta ciudad todo funcionara a perfección.

Aileen, según mami y mis tías, tenía un cuerpo espectacular. Y esto era cierto. Aquel uniforme le quedaba “pintao” y para nosotras, representaba la realización de todas las fantasías.

Tal vez por ello, al graduarme de la Universidad y buscando la forma de estar cerca del futuro padre de mi hijo, decidí solicitar una plaza de “stewardess”, entonces llamadas “flight attendants”, con la Eastern.

Con el pelo perfecto y un traje de piqué blanco con corpiño marrón, fui a pasar la prueba. Me interesaba la ruta de Chicago para poder estar en el Midwest y cumplir mi fantasía de un “happily ever after”. 

Me entrevistó una americana. Cumplía los requisitos me dijo - tenía estatura y peso indicado (¿quién lo recuerda?).  

A los pocos días recibí la gran noticia – había sido aceptada y en una semana salía a training en USA – creo recordar era a Dalllas. Solo quedaba un detalle – ¡no lo había dicho en casa!

Orgullosa de mi hazaña y sintiéndome tan sofisticada como Aileen Moneró, anuncié las nuevas con bombos y platillos mientras transcurría la cena “en famille”. Mami se ahogó y Papi se desfiguró. Rompiendo la regla de nunca hablar con la boca llena gritó - ¡¡¡Que tu quieres ser que, sirvienta!!! Seguido por un estás loca, sobre mi cadáver, y lo peor “tu no eres Aileen Moneró”.

En un segundo vi tambalearse de manos de mi padre la fantasía de vestirme de “flight attendant”, ser envidiada mientras cruzaba los aeropuertos como pasarela, y poder decirle a cientos de hombres guapos – ¡¡Coffee, tea or me!!

Indomable como siempre, reté a mi padre con el cuento de soy mayor de edad y tu no me mandas. Una vez más, lo subestimé. 


No habían pasado 24 horas cuando recibí la llamada del entonces jefe de Eastern en Puerto Rico. Sin estar empleada, estaba desempleada. Papi lo había llamado. Era el hijo de una parienta suya y como él le podía negar algo a Gonzalo Córdova.

Esta es la breve historia de cuando quise volar alto. Nunca me vestí de Pan Am, ni de Eastern, Avianca o Iberia. Sencillamente, me compraron los pasajes al Midwest cada vez que quería ver al novio.

Esta noche sintonizo Pan Am y sueño con ser Aileen Moneró. Mañana regreso a ser Tilde.

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