sábado, 24 de marzo de 2012

De tuercas, tornillos, y líneas.


Leía con entusiasmo cuan hermosa y al natural se mantenía la actriz inglesa Charlotte Rampling. 

Tuve momentos en que me moría por ser ella. Narraba el periodista como La Rampling no ha sucumbido a la presión del bisturí, los inyectables, los implantes. Dije – “a prestar atención y leer con calma”.

Fíjate, se ve bien pero tampoco está “de show”. Posa alzando el cuello, tiene gargantilla (para aquello de apretar) y usa flats. Eso si, el marinovio es un magnate unos cuantos años más jóven. Esto por supuesto me encantó. Toda una cougar.

En mi mente repasé los visuales de Jane Fonda, Meryl Streep (cuyo mejor accesorio en los Oscars fue un cuello super terso, ajá...) y Catherine Deneuve. Pues me decanto por estas tres. Han tenido su ayudita pero con mesura, tal vez Jane se ha ido más “extreme” pero ¡que bien se ve la desgraciá con todo y caderas y rodillas biónicas!

Pregunto, ¿qué es mejor? ¿Envejecer con líneas, colgalejos y dobletes? ¿Plancharte, estirarte y rellenarte? Si tuviera todo el dinero del mundo con el tiempo para recuperarme en las laderas suizas ¿me sometería a todos los procedimientos necesarios para terminar durmiendo con los ojos perennemente abiertos como la Nancy Reagan?

Pues no se…algunos días si, otros vocifero un rotundo no. Mientras, me aplico los lasers cual gobierno estatal asfaltando chispos, me engancho las tacas para luego anestesiar con Celebrex todo el herraje, a la vez que continúa la "juya" de los espejos de aumento.

Por ahora, continúo aferrada a la tersura de piel de mi imaginación reflejada en el mejor espejo que tengo - ¡mi autestima!

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