A poco menos de un mes cierra el Ritz de Paris para
renovación total. No presumo de haber sido una “regular”, más quisiera yo, pero
si de haber sido huésped en más de una ocasión.
Gracias al espíritu de lujear de Papi, quien viajaba bajo
el lema “tengo que estar mejor que en casa, de lo contrario no viajo”, en par
de ocasiones viví la experiencia Ritz París. Por supuesto, inolvidable.
Y con cara a su remodelación, ya que definitivamente se
había quedado atrás, hice mi adaptación boricua del tema con la remodelación
del Vanderbilt.
Crecí con cuentos de glamour del hotel, sus bailes y
cuan “society friendly” era. Los ricos y poderosos de esta isla, en los tiempos
que reinaba la auténtica exclusividad, se sentían libres de disfrutar en sus
predios. Ya más luego se adaptó al cambio convirtiéndose en destino de bodas
elegantes y bailes de graduaciones o agrupaciones de gran prestigio social.
Por varias generaciones fue testigo de romances,
flirteo, y de lo mejor de la moda en épocas cuando las damas de la sociedad se
cambiaban de outfit al menos dos veces al día. Corrían los tiempos de almuerzos
y luego bailes, donde mejor muerta que repetir traje. Eso de reciclar, era
inpensable. Es más, el verbo repetir no era aplicable.
Tenías closets tan solo para tus trajes de baile….y cada
cual tenía su diseñador favorito. Recuerdo unas fieles a Fernando, otras a
Mojena y las más tradicionales, Carlota. El tiempo que Manet estuvo en Condado
y existió Chito Martin, sus incondicionales llevaron los diseños por las
escalinatas del Vanderbilt, al que llamamos Condado Beach.
Las fiestas se dividían entre El Patio del Fauno y si
más pequeñas, en el Salón de Los Espejos. Aquello era otra cosa. Los hoteles
nuevos eran modernos y espaciosos, la sociedad prefería el Condado dejando los turistas se adueñaran de Isla Verde. Luego vino el declive, su abandono, seguido por cadena y candado hasta recientemente.
Los otros días regresé al Vanderbilt para el Centenario
de Méndez & Co. Me mataba la curiosidad, el saber si el Vanderbilt/Condado
Beach se levantaba de las cenizas cual ave fénix.
Encontré que aún no hay mobilario, si descubrí “el fauno” no regresó. Si
es buena o mala decisión mantener el nombre del salón sin su insigne mítico
personaje, lo ignoro. Pienso que tal vez “el fauno”, al igual que todos, envejeció
y mejor dejarlo como lo vimos por última vez – precioso, imponente, testigo de
muchos secretos.
¿Nos devolverá el renovado Vanderbilt el glamour
perdido? Esperemos que si. El Ritz de Paris ¿recuperará con la remodelación el
brillo de antaño? También esperamos que si. ¡Nos hace falta algo de magia! En
Paris y en San Juan.
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