domingo, 24 de julio de 2011

La mujer más irresponsible del planeta. ¡Maravilloso!


¡No recuerdo la última vez que experimenté una sensación de irresponsabilidad tan sabrosa y que me hiciera sentir tan bien! Usualmente el “feeling” es todo lo contrario – ataque de pánico, vergüenza, recriminación, casi casi flagelarme con la culpa. Creo que se lo debo agradecer al Mediterráneo.

Gracias a la burbuja flotante del Seabourn Legend volví a ser la misma de mi juventud, al menos brevemente. Me explico.

Siempre carecí de asumir responsabilidades….todo lo contrario…mi meta era pasar por la vida disfrutando al máximo y sin tormentos. Bueno, pues menudo bofetón me dió la misma vida porque sin remedio me inundaron las responsabilidades y sin piedad me azotó la pasión de ser competitiva, la adicción a la adrenalina.

Este verano caí presa del azul del Mediterráneo, ese color que solo existe en la costa y archipiélago italiano. Específicamente, ese que navegas  entre los volcanes Etna y Strómboli. Tal vez el rojo sangre de las trinitarias floreciendo a borbotones,  el recuerdo de los films italianos de mi juventud, acompañados del “flashback” de innumerables hits de San Remo, me emborracharon de mente y corazón hasta llevarme a un desmayo existencial….wow….

Deambulaba de isla en isla sin saber día o fecha…los campanarios de las iglesias me recordaban era domingo y una puerta cerrada con letrerito de “estamos de siesta” me ubicaba en día de semana. Un campari con soda en este bar en Lipari, linguine vongole en una fonda perdida entre callejuelas en Salina, o el expreso reconfortante en busca de energía frente a la bahía de Trapani…

Desarrollé multiples personalidades…de momento Anita Eckberg con Marcello en La Dolce Vita, Ingrid Bergman rogándole a Rosellini para Strómboli, igual me transformé en Katherine Hepburn perdiendo su “mule con antifaz” en los brazos de Rossano Brazzi y por supuesto, Sofía Loren cantando “Tu vuò fà l’americani”...literalmente.

Me intoxiqué con los colores de casas colgando de acantilados tan vertiginosos que de tan solo verlos me temblaban las rodillas. Descubrí el arte del aceite de oliva por ende, se ha “jodido” el Betis. La aventura de preparar una pizza con el “pizzero siciliano” en su horno de leña, definitivamente ha eliminado de la faz de la tierra a Dominos, Shirley’s y Pizza Hut.

La sensación de libertad, ausencia de responsabilidad y desconección absoluta de las berries, androids, etc. me hizo absolutamente feliz. Recuperé la capacidad de volar… a donde quiera, cuando quiera, eso de que nada ni nadie puede detenerte. 


Recordé algo importante que había perdido en este camino tortuoso del diario…soy verdaderamente la arquitecta de mi destino.

Le doy las gracias a una burbuja flotante surcando los azules del Mediterráneo italiano en el verano del 2011… Por cierto, ¡súbete! Es mucho mejor que la √espa…


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