domingo, 30 de enero de 2011

De vuelta al salón de clase. De maestro, el gran Jack.


Los “machos boricuas” que acostumbran visitar una “kafetería”, donde sin distinción de clase estasajan a cada fémina que entra, sin importar su edad, me sirvió para comparar con las opiniones recientes del gran Jack Nicholson.

Mientras en San Juan un “doñito", enjuiciado por haber dado una pela a otro, desvestía con mirada descaradamente libidinosa a una joven universitaria, Jack aceptaba en NYC vía entrevista “ya no se consideraba irresistible a las mujeres”.

El gran seductor admitía, que a pesar de continuar sintiéndose salvaje de corazón, la bio-gravedad lo había golpeado. Ya no debe publicamente levantarse mujeres porque simple y llanamente “a su edad no le queda bien”.

¿Qué hace que Jack, quien confirma haber estado con 2,000 mujeres, admite sus poderes de seducción los ha reducido la edad mientras los “doñitos” boricuas insisten los de ellos mejor que nunca?

La estrella acepta su edad. Admite que su poder de seducción, irresistible e imparable por años, ha llegado a su fin y es entristecedor. Igualito que nosotras las mujeres cuando dejamos de ser “la más deseada” a convertirnos en “mujer invisible”.

Los boricuas se consideran “aves de rapiña” hasta que exhalan su último suspiro. 

En una isla de 100 x 35, donde hay excedente de mujeres y los hombres “heterosexuales” son especie en peligro de extinción, la llegada de su bio-gravedad nunca va a impactarles.

Mientras las mujeres continuemos la búsqueda de quien nos mantenga, de dar carne a cambio de una cartera codiciada o de un par de zapatos de suela roja, el macho cabrío boricua continuará sintiéndose el gran seductor y viviendo su espejismo de “todas por mí se mueren”.

Estoy convencida está en manos femeninas ponerles en su “calendario”. Si somos independientes pero mujeres hasta la médula, si somos dueñas de nuestro destino con mano de hierro pero con guante de seda, si actuamos con igualdad, y mantenemos nuestra postura, los machotes boricuas acabarán como Jack.

Aceptarán que el pasar de los años mejora muchas cosas aunque disminuya poderes. Es encontrar el balace y acostumbrarse al nuevo ritmo.

Al menos, esta es la teoría del gran Jack Nicholson. Tal vez es el momento para traerle a San Juan a dar seminarios en esa “kafetería” y en muchas más.



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