viernes, 10 de diciembre de 2010

Una historia nada diferente a muchas otras. Pero contarla, si vale la pena.

Bien me decía Nono Maldonado la otra noche – “Qué bella esta juventud, tanto entusiamo”.

Estábamos rodeados por un maravilloso grupo durante la pre-apertura de lo que seguro será el lugar para pasarla bien en Condado – Di Zucchero.

En este ambiente super alegre, nos tropezamos con Oscar, amigo de hace poco más de dos años. Agraciado con una cara que no esconde para nada su pasión por vivir la vida plenamente, nos abrazó con igual intensidad.

Como muchos antes que él, había decidido probar suerte en NY. En su momento le dije - Oye que no es fácil, ¿estás seguro?

No le tembló el pulso, iba con el entusiasmo desmedido que solo un diploma recién obtenido te propulsa con fuerza a lo desconocido. Oski se iba a tragar a NY. Nada ni nadie lo paraba. Babel no sabía lo que le esperaba.

Así, armado con su resumé y la arrogancia de la juventud, arribó a Manhattan.

Decidí seguir sus pasos con la certeza tenía la cosa bien difícil. Mi experiencia me hacía temer su entusiasmo terminara en frustración, su amor por la vida en amargura prematura. NY hoy te traga más temprano que tarde y con más fuerza de lo acostumbrado. Porque de que te traga, nadie lo duda.

Vivimos en medio de una debacle económica global y este loco ofuscado con vivir el sueño niuyorquino. Oski necesitaba todo el tesón del mundo, los astros no estaban alineados a su favor. Era el único que no se había enterado.

Como muchos, buscó espacio en casa de un pana y en buen castellano, “started to hit the pavement”. ¡El y otro millón de recién graduados! Aquí no había una pala, una puerta semi abierta. Nadie lo conocía, peor, a nadie le importaba.

En ese momento, decidí pedir a una amiga le ofreciera contactos de sus tiempos en NY. “Tilde, que la cosa no está fácil, no hay trabajo”, me advirtió. "No importa, le dije, hay que ayudar al muchacho". Ella entusiasmada al descubrir compartían alma mater, le dió un listado para probar suerte y unos cuantos “survival tips” para la jungla.

Oscar probó suerte. Llamadas, emails por montones y docenas de textos le servían solo para recibir consejos, no ofertas de trabajo. Le confirmaban no había nada disponible con el insoportable “We’ll call you, don’t call us”.

Mientras, nosotras pensando – “Este se raja ya mismo”. Los días, semanas, y meses pasaban con más penas y cero glorias. Babel se comía lentamente los sueños de Oscar y él, sin enterarse.

Perdí un poco su rastro hasta anoche. Ahí, de frente, con su sonrisa de 1,000 vatios, estaba Oscar. Con su habitual entusiamo gritó – ¡Tengo trabajo! Era el orgulloso dueño del triunfo.

Con la calma del que se sabe triunfador, compartió su experiencia niuyorquina. Las había pasado negras. “Un día caminando me dije – Quitéa y vete a Puerto Rico. Allí tienes un trabajo esperando”. Serio, me miró para decir – “Hubiera sido lo más fácil, pero no. Decidí quedarme y seguir la lucha”.

Oscar había vivido una epifanía. Su “life changing moment” lo empoderó para seguir buscando su sueño sin importarle el hambre, la incomodidad, la soledad, la pena interior.

Hoy, nuestro amigo da los primeros pasos hacia un futuro que pinta brillante. Como siempre, lleno de proyectos con su acostumbrado entusiasmo desmedido.

El 16 de diciembre Oscar aterriza en ESPN. Safe landing, my dear friend! Te lo ganaste. 

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