jueves, 2 de diciembre de 2010

Los que dejamos atrás. Los que llegaron ahora.

No me gustan las despedidas. Para mi es un cuento chino aquello que dice “no es un adiós, es un hasta luego”.

Miraba reciente mis libretas de direcciones, aquellas que precedieron a las indispensables agendas electrónicas. Sentí nostalgia al ver el listado de nombres - unos en lápiz y otros, en tinta azul o negra. Decidí ir página por página.

Encontré de todo. Unos cuantos esqueletos, algunos  “mistakes”, otros inolvidables. Por igual, amigas que desaparecieron a golpe de llevar vidas diferentes, en busca de nuevos horizontes, o simple y llanamente - se quisieron ir de mi vida. No faltaron nombres de aquellos que sucumbieron a terribles enfermedades y cuyo sentido de humor y originalidad todavía lloro, todavía extraño.

En verdad, levanté la tapa de la caja de Pandora. ¡Demasiados recuerdos! Abrí de par en par las compuertas de un Carraízo emocional. Mucho peor que ver fotos... La ausencia de imágenes libera el pensamiento para que invente lo que le de la gana.

Me encontré ante una disyuntiva. El tiempo pasado ¿es mucho mejor? O por el contrario, ¿prefiero hoy? Quienes son mejores amigos, ¿los de antes? ¿los de ahora?

Hice una lista con dos columnas – ayer, hoy. Página por página fui encontrado nombres que quisiera anotar sin fecha de caducidad y otros, los debí haber escrito con tinta invisible para nunca más volverlos a ver.

Luego pasé al “address book” de mi laptop, perfectamente sincronizado con el de mi bberry. Aquí no había mucho “delete”, excepto por alguno que otro. Forzosamente tuve que preguntarme si por fin había aprendido a escoger mejor las amistades. Esto haría felicísima a Mami. Siempre decía yo carecía de juicio haciendo amigos. “Peor es la familia, no la puedes escoger”, era siempre mi salida. 

Completadas las dos columnas, llegó el momento de evaluación. No descubrí nada nuevo sobre mi capacidad de escoger a quien querer, a quien dar espacio en mi corazón.

Mis amigos son una mezcolanza igualita a la mogolla en mi cerebro, a la decoración de mi casa, a mi estilo de vida. ¡Eclécticos!

Cada uno de ellos tiene sus encantos, defectos, sus virtudes. ¡Son tan maravillosamente imperfectos como yo! Vamos a darle un fuerte aplauso a la diversidad.

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