lunes, 22 de noviembre de 2010

De lo sublime a lo ridículo. Al son de música.

Ignoro si las Navidades están a la vuelta de la esquina, aunque yo emocionalmente ande de veraneo, pero mira por donde me he puesto a pensar en la música que me gusta.

A mí me matan las rancheras. No lo niego, me rindo ante los mariachis – bueno, malos o regulares. Si encima tengo una cuantas tequilas, pues ándele, María Felix y yo somos una.

Puede ser porque cuando niña Papi las escuchaba mientras guiaba “carpool” y nos dejaba en el colegio con olor a cigarro y José Alfredo Jiménez en la oreja. O tal vez, porque es imposible no sucumbir ante la poesía de sus letras. ¡Bien lo dijo Sartre!

Las rancheras te mueven cuando te estás enamorando pero perdidamente, aunque por trigésima vez,  o una vez más, te acaban de coronar con cuernos. No importa. Quieres cortarte las venas y que mejor que al son de rancheras.

Una vez recuperado el corazón, te ilusionas de nuevo y los celebras escuchando un buen bolero. Le quitas el polvo a Romances de Luis Miguel y el mundo es otra vez maravilloso. Engarzada a una nueva aventura romántica y con la fe en el amor de vuelta en tu vida, comparas si “Como es él” de Marc Anthony te gusta más que el de Perales. El amor en esta ocasión te lo pone difícil.

Cuando menos lo imaginas escuchas a Gilbertito interpretando un hit de los de Tito Rodriguez y ¡quien para los recuerdos! Cara de Payaso o Inolvidable te suben a la máquina del tiempo.  La melancolía impide bajarte. Siempre se lo digo a Gilbert, “Tu cantas y yo me enamoro”.

Igualito me pasa con los franceses. Nunca me sientes al lado de uno.  Feo o guapo, alto o bajito, el individuo empieza  hablar y yo, ya perdida por él. Si de fondo tienes a La Piaf o mi Charles Aznavour, ¡se arma la de Dios!

También tengo momentos donde me invade la sofisticación.  Soy chica un poco culta por ende, no puedo evitar llorar cuando escucho “O mio bambino caro” aunque sea en un fashion show. ¡Me bebo las lágrimas! Y ¿cómo resistir las emociones cuando suena el Adagietto de la 5ta de Mahler? Echando mano a la caja de Kleenex porque tengo el corazón hecho pedazos.

Diciendo esto, a mi me mata todo lo Spanish Olé. Si no me he “entregao” al son de Corazón Partío de Alejandro Sanz o a por bulerías con Diego el Cigala, estaría mintiendo. Suspiros de España ¡el mejor pasodoble! ... y del brazo de mi abuelo despidiendo el año en el Caparra, vivirá siempre en mi corazón.

Ya con el fresquito que estoy sintiendo entrar por la ventana, me preparo para aceptar que ya las Navidades si están a la vuelta de la esquina. Pero oficial, solo cuando cante Tavín Pumarejo.

Lo tengo claro. En esta vida ¿quién no va de lo sublime a lo ridículo? Triki triki triki.....



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