martes, 9 de noviembre de 2010

El tiempo no perdona.

Una tarde, Mami, muy triste, me contó habían diagnosticado cáncer a la que fue “flower girl” en su boda. Sucedió durante mi adolescencia y me impactó muchísimo lo afectada que quedó mi familia ante esta noticia.

Lo que no olvido fue el detalle que el esposo y los padres de la enferma habían cubierto todos los espejos de la casa. No entendía. Me parecía extraño y cruel.

Con el atrevimiento que siempre me ha caracterizado, pregunté porque habían hecho eso. “Nena, es que ella era preciosa y la casa estaba llena de espejos”, explicó Mami. “Está muy desmejorada, la cortisona la tiene bien hinchada y quieren evitarle vea reflejado su deterioro”.

Sentía era injusto a esta mujer tan joven tuvieran que tapiarle sus espejos. Era como de novela mexicana. Me pareció horroroso.

Otro día Mami y sus hermanas, inseparables las tres al día de hoy, hablaban como cierta mujer de la sociedad de San Juan se “conservaba tan bien”. Yo, que la conocía imprudentemente abrí la boqueta y dije, “Es que es jamona y no pasa malos ratos porque ni hijos tiene”.

Luego de haberme ganado un pellizco, de los que te llevan el pedazo, siguieron cuchicheando del tema y concluyeron, “No es lo bien que se conserva, es que como siempre fue fea, ahora ya no se ve tan mal”. Salí corriendo muerta de la risa antes que me dieran otro pellizco por escuchar detrás de las puertas.

Ambas historias quedaron dormidas en mi memoria hasta el día de ayer.

Mi socio Rafa llevaba par de días preparando un video para una reunión familiar. Entre tantas fotos encontró varias de cuando iniciamos nuestra amistad. Empezó a compartirlas conmigo via su I Phone, el juguete nuevo porque enterró la blackberry.

Fotos en galas, fotos en este coctél, fotos más fotos y dale que dale. Unas tomadas por Chino de El Nuevo Día, otras por Iván Batista….en fin, “down memory lane”. A mi no me daba gracia ver los varios looks de pelo, ropa y maquillajes, unos más acertados que otros.

Aunque no lo decía, analizaba cada foto como con lupa. ¡Dios mío como ha pasado el tiempo! No fue hasta ayer que Rafa apareció en la ofi con una foto de los dos. Mi staff, a gritos peleándose por quien la veía primero. “Yo”, les dije.

Ante mis ojos tenía una foto de hace 15 años. Enmudecí. “Coño, que bien me veía”, pensé. Lo que seguió después fue un tsunami emocional.

¿Qué rayos pasó? ¿Será posible la vida me haya castigado tanto? Creo que hasta temblé.

Las chicas me arrebataron la foto y gritaron al unísono, “Tilde ¡que bella tu eras!” En ese mismo instante me quise morir.

Indignada, les arrebaté la foto y recuperando algo de mi dignidad vociferé, “Ok, esto mismo es lo que les espera a ustedes en 15 años”.

De pronto y como si un mismísimo flash me hubiera caído del cielo, recordé detalladamente aquellas historias que Mami me había hecho.

Es verdad, no estoy enferma y a Dios, doy mil gracias. Tengo un hijo y he pasado malos ratos, pero muchos más han sido los buenos.

Entonces, ¿por qué salí corriendo hacia casa a tapar todos los espejos?

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