lunes, 15 de noviembre de 2010

El país de las maravillas. Residente.

Recibía en mi “Inbox” un email promocional que captó mi atención por el descaro con que se plagiaba un concepto.

Sí difícil es ser original, más difícil es copiarse bien. En este caso, era tremendo ejemplo de  “una boricuada” – sinónimo de barbaridad que solo los puertorriqueños podemos cometer.

Me molesta el plagio, pero más me endemonia la naturalidad con que lo hacemos a diario. Es que es más cómodo, más fácil el copiarse en lugar de dedicar tiempo y esfuerzo a la creatividad positiva, constructiva. ¡Jamás pensastes! Eso es muy duro y da trabajo. Prefiero lo fácil. Dame el “shortcut”.

Nos hemos acostumbrado a aceptar como excelente todo lo que es mediocre. Como pueblo, sufrimos de pánico al momento de criticar con razón, exigir mejor calidad, eligiendo hacernos de la vista larga. No podemos arriesgarnos a ser marginados, no invitados, a no ser miembros del grupito. Mejor callo, mejor acepto, mejor me pongo la venda.

Pregunto si por eso que cuando salimos fuera de nuestra zona de comfort no brillamos, no triunfamos. A veces conversando presumimos del éxito de tal o más cual compatriota que cosecha éxito tras éxito en el extranjero. Preferiría fuera la norma, no la excepción.  ¡Me encantaría cansarme de celebrar!

Mirando a mi alrededor veo tanto talento en infinidad de disciplinas pero no dan más flores porque la mediocridad que aplaudimos tiene fuerza colectiva.

Si prestas atención a como acostumbramos hablar, entenderás fácilmente lo que quiero decir.
Cuando decimos que una niña es bonita, siempre  “es la más bonita del mundo”, o si el chico es inteligente “es el más inteligente del mundo”, o si destaca en el deporte “es una estrella a nivel internacional”.

Aquí nadie es el mejor en nuestra isla, el Caribe o este hemisferio. En Puerto Rico siempre nos equiparamos a nivel mundial.

¿Qué ejemplo más clásico que ganar Miss Universe todos los años? 

Cuando perdemos es por culpa de una metedura de pata nuestra. El chivo expiatorio más reciente - Luis Antonio. De seguro fue el traje.  

Imposible pensar competían niñas más bonitas, más preparadas o que dieron el máximo en el momento indicado… No, la nuestra era la mejor y no ganó. ¿Cómo entenderlo? “Ella” siempre fue la más bonita del mundo.

Una vez más, miremos a nuestro alrededor. Estamos super poblados de caciques. No hay indios porque en Puerto Rico todos mandamos, nadie sigue órdenes. Somos 4 millones de jefes, nadie es empleado.

Visitamos una oficina para resolver un asunto que en cualquier país civilizado bien pudimos haberlo hecho por teléfono, via internet. “No, te dijeron, es en persona”.

Mientras esperas en fila, observa a las  personas que te van a atender. Mejor empieza a rezar.

Tratas de identificar aquel que se ve menos apestao o agriao. Llega tu turno y lo primero que te dicen es NO. El problema NO tiene arreglo, todo está bien. Para rematar, el error es tuyo, eres el equivocado. Es más fácil decir NO que tratar de ayudar. Entonces... sin remedio pides la investigación que nunca se “investiga”.

Has sido víctima de una boricuada. Tu única altenativa es empezar a llamar desde el celu a ver quien tiene una pala para resolverte.

¿Por qué no somos más exigentes? ¿Es conformismo o vagancia? Como país, nos esforzamos en fomentar la mediocridad para destacarnos con el menor esfuerzo posible.

¿Le tenemos pánico al reto, a trabajar duro, a quemarnos las pestañas?

... Noooo, es mucho más fácil vivir con Alicia en el País de las Maravillas…


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