lunes, 8 de noviembre de 2010

¿Quiénes son? ¿Dónde están?

Retomo el tema del arte de conquistar porque hace poco escuché el término “latin lover” y me pregunté ¿existen hoy? ¿Es cosa del pasado?

Suena cincuentoso y mi imaginación lo coloca a la hora del coctél en la Riviera Francesa, vestido de “smoking blanco”, bailando en una terraza frente al mar en noche de luna llena. ¡De show!

Fuera de Rodolfo Valentino y Jorge Negrete, el más más en esta liga fue Porfirio Rubirosa, “Rubi” para sus amigos. Para mí también.

Dominicano, hijo de diplomático, se casó tres veces por dinero – Flor de Oro Trujillo, la única hija del General Rafael Trujillo, Doris Duke, famosa heredera del tabaco, y Barbara Hutton, la original “Pobre niña rica”. Aparte de incontables amantes, one-night stands, y una última esposa, su viuda la actriz Odile Rodin.

Cuentan que a Porfi todas sus mujeres nunca lo dejaron de amar porque era un tigre en la cama, tremendo deportista, y para rematar, un romántico empedernido.

También lo ayudaba la leyenda urbana sobre lo bien “equipado” que estaba el chico. Al punto, que por esos años a los “pepper mills” grandes en los restaurantes de París los llamaban “Rubirosa”. ¡Genial!

Para cimentar su fama, el dinero que se ganaba en la cama, Rubi lo gastaba en las cosas buenas de la vida de un hombre de su tiempo – otras mujeres, polo ponies y dos hermosas casas en Francia. Era reconocido además por ser un “man’s man”. Sus amigos varones le adoraban. Vaya, que casi casi de proporciones super héroe.

Rubirosa, me recuerda a los dinosaurios. ¡Una especie totalmente extinguida! ¿O pónte a contar con los dedos de la mano los hombres que conoces estilosos, tigerazos, charming, y pana de sus panas? De seguro te sobran unos cuantos dedos.

Pensándolo bien, no están extintos. Han evolucionado como toda especie. El hombre siglo XXI es resultado de mutaciones hasta conventirse en la especie adecuada para sobrevivir estos tiempos.

Sí, los conocemos posedores de muchos atributos pero no precisamente de aquellos de moda en los años 50 y 60. Igual, nosotras las mujeres no somos nada parecidas a las de la época de Rubirosa. Especialmente, en los tiempos catástróficamente económicos que nos han tocado.

Vivimos en un mundo donde hasta los príncipes y princesas tienen que trabajar. Los palacetes se han transformado en oficinas o si continúan en manos de la familia, totalmente abiertos a turistas para poder hacer frente a los pagos por impuestos sobre la propiedad o de herencia.

Analizemos como se corteja hoy. A veces se insiste en ir güita y mitad al momento de pagar la cuenta en un date, cada cual llega por su lado y no es sorprendente, un pana o amiga se invite como lo más normal. Aquello de “two is company, three is a crowd” ha pasado de moda. Ahora se anda en bonche.

Hoy es un reto mantenernos misteriosos, excitantes, interesantes porque hay Skype, texto, bbms, y chateo. Entonces, ¿está todo perdido? Por supuesto que no.

Debemos determinar si tenemos espacio para un “Rubirosa”. ¿Hoy estamos dispuestas a lidiar con un hombre como él? Las respuesta es no.

Por más chic y romántico que haya sido, la mujer de hoy necesita un hombre para hoy. No los habrá exactamente igual que Rubi porque nosotras tampoco somos como la Trujillo, Duke, Hutton, etc.

Lo que si añoramos y sin cambiar con los tiempos son muchos de las cualidades de aquellos “latin lovers”. Nunca pasa de moda el romance, misterio, la conquista, la “puterí”, en fin, enamorarse.

Aunque no me creas, estoy convencida los tiempos son mejores. Lo que si, todo depende como lo manejamos. Me encanta que hoy casi no hay limitaciones, el mundo es un pañuelo, las distancias se terminaron.

Lo que hay que encontrar es la orma para nuestro zapato. Igual que en los tiempos de Rubirosa, la pareja perfecta es difícil de encontrar. Ayer, hoy, siempre. Hay cosas que no cambiarán.

Me consuela aquello que dice “el que busca encuentra”. ¿Alguien ha visto a mi tigre?


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